En un cazo a fuego suave añade las dos cucharadas de mantequilla, y cuando la mantequilla se deshaga incorpora las cucharadas de harina. Remuévelo todo muy bien con unas varillas para que se forme una pasta homogénea y no queden grumos. A continuación, añade un poco de leche (medio vaso) y sigue mezclando bien. Cuando se haya integrado todo, incorpora el resto de la leche y no dejes de remover con las varillas para que no se te pegue en el fondo. Añade sal al gusto, y también especias. Nosotros hemos puesto pimienta negra molida y orégano, pero elige las que más te gusten.
Cuando la salsa esté cremosa y con la textura adecuada, apártala del fuego y resérvala. Si en el momento de añadirla a la lasaña está un poco espesa, añade un chorrito de leche y remueve bien.
Sigue las instrucciones del paquete de las placas de lasaña. Nosotros hemos usado precocidas, y solo debíamos ponerlas a remojo sumergiéndolas en un recipiente con agua durante 10 minutos.
Corta la cebolla en cuadrados pequeños y saltéala en una sartén con un poco de aceite y sal. Cuando empiece a dorarse, añade la escarola y mezcla bien. Deja que se cocine todo junto durante 10 minutos. Pruébalo y rectifica con sal si es necesario.
Precalienta el horno a200ºC.
Comienza a montar la lasaña: en una bandeja de horno coloca 6 láminas de pasta. Acontinuación, la mitad de la salsa de tomate, encima de esta añade la mitad de la mezcla de escarola y cebolla, y vuelve a empezar. Repite el proceso una vez más y solo te faltará la última capa de 6 láminas. Vierte por encima la bechamel cubriendo por completo todas las láminas, ralla queso por encima y espolvorea un poco de orégano. Hornea la lasaña durante 15 minutos a 180ºC. Cuando veas que el queso se ha dorado ligeramente, sabrás que está lista. Sácala del horno y déjala reposar 5 minutos antes de servirla y cortarla.